La tarta de cuajada no ha salido de ningún libro de recetas, o al menos que yo sepa. Me trae muy buenos recuerdos porque con 14 años, tenía una amiga que se llamaba Cristina y muchos jueves iba a dormir a su casa y su madre siempre nos hacía esta tarta. ¡Me encantaba! Le pedí que me enseñara a hacerla y la verdad que no puede ser más fácil y barata. Una ventaja importante es que no necesita horno y que en la nevera cuaja enseguida. Desde entonces la he hecho en casa de vez en cuando y la recuperé cuando empecé a dedicarme a esto.
Ahí va la receta
TARTA DE CUAJADA
(Para molde de 28 cm. Preferiblemente desmontable)
Tarta de cuajada |
Para la base
Un paquete y medio de galletas María
140 gr de mantequilla sin sal
Para la tarta
750 ml de nata para montar
7 cucharadas de azúcar blanco
250 ml de leche entera
2 sobres de cuajada Royal de supermercado (o uno para hostelería)
Preparación
Recomiendo empezar poniendo un poco de papel de horno ( antiadherente) en la base del molde desmontable para hacer más fácil luego el sacarla de ahí.
Se trituran las galletas y se funde la mantequilla. Se vuelca todo sobre el molde preparado y con las manos lo vamos mezclando hasta que quede una pasta, que repartiremos de forma uniforme sobre la base. Si necesitamos podemos ayudarnos de la base de un vaso o alguna otra herramienta para prensarlo bien y que quede toda la base del mismo grosor. Es importante que no queden migas sueltas porque sino al poner el líquido del relleno flotaría y no quedaría tan bonita la tarta. Una vez lo tengamos hecho la metemos en la nevera hasta que la volvamos a necesitar.
Para el relleno ponemos la nata y el azúcar en una olla al fuego medio fuerte y revolvemos de vez en cuando. Mientras calienta ponemos en un vaso la leche entera y la calentamos en el microondas. Cuando esté bien caliente la leche disolvemos en ella la cuajada. ¡ Cuidado! La cuajada tiende a haer muchos grumos, así que hay que revolverlo muy bien y procurar deshacer todos los grumos que veamos. Cuando la nata empiece a hervir la retiramos del fuego y a continuación añadimos la leche con la cuajada disuelta. Yo suelo hacerlo a través de un colador y así me aseguro de deshacer los últimos grumos y evitamos que si queda alguno caiga a la mezcla y luego nos lo encontremos al comer la tarta.
Revolvemos un par de veces esta mezcla, fuera del fuego e inmediatamente sacamos la base de la nevera y volcamos el líquido sobre ella con cuidado de no dañar la mezcla de galleta y mantequilla. Para ello podemos poner un cucharón sobre la base, y volcar el líquido sobre el de manera que al rebasar ya caiga sobre la base, pero con menos impacto que si la tirásemos diréctamente y así no se dañará.
Inmediatamente a la nevera y en un par de horas está cuajado, aunque para comerla os recomiendo que la dejéis un poco más para que esté más fresquita.
Desmoldáis y a disfrutarla.
Para acompañarla o decorarla las posibilidades son infinitas: miel, nueces, sirope de chocolate, toffe, fresas, mermelada de lo que sea... o sóla que es como a mi más me gusta. Para decidir tendréis que probar¡¡
¡Espero que os guste tanto como a mí!